jueves, 23 de diciembre de 2010

Hum

No. Uno no escoge a su familia. Puedes escoger con quién te llevas mejor, a quién frecuentas, a quién admiras, pero al final, la familia siempre será la familia. Para lo bueno, y para lo malo. Conozco mil formas de quebrar familias, de corromperlas, de acabarlas. Pero aún no encuentro alguna forma efectiva de resarcir todos y cada uno de los daños que un quebrantamiento genera. Siempre habrá rencores, venganzas, odios, corajes. Pero pocas, casi nulas veces, habrá un entendimiento consensual entre las partes.
El asunto está bien cabrón. No es cuestión de seguir lo que según se quiere; el hecho de formar parte de una burbuja que se irá moviendo según los integrantes de ella lo quieran, hace que esa fragilidad de corteza que la hace ser burbuja se pueda romper al mínimo intento de dos esfuerzos distintos, encaminados a lados opuestos. O a diferentes rumbos, con la salvedad de que esos rumbos puedan no estar tan alejados uno del otro y que permitan que la burbuja se eleve, baje o se mueva con singular velocidad; esa es, a mi juiio, la dinámica familiar necesaria para poder encausar las fuerzas de tal modo que se pueda llegar a una dirección. Sin embargo, factores diversos como el viento o algún ente cercano pueden también hacer que la burbuja truene, se rompa, desaparezca ó simplemente se aleje.

El chiste, es no tronar la burbuja. Aunque todo tienda a eso.

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